viernes, 26 de diciembre de 2008

Introducción

Se hicieron visibles a partir de sus peculiares métodos de protesta: cortes de rutas y calles de las ciudades del interior de la Argentina. Pero el fenómeno de los piqueteros también se manifestó en la ciudad de Buenos Aires, donde canalizaron demandas de trabajo, alimento y también vivienda. Sin embargo, desde diciembre de 2003 un grupo de desocupados pertenecientes al Movimiento Territorial Liberación logró acceder a un crédito del Gobierno porteño para construir departamentos para sus integrantes en el barrio de Parque Patricios. El proyecto que quedó concluido en enero de 2007 significó no sólo la solución del problema de vivienda para 326 familias del movimiento, sino la posibilidad de capacitarse y reinsertarse laboralmente para los trabajadores que participaron de la obra.
Aunque los emprendimientos de este tipo se han extendido a lo largo de todo el país el objetivo del presente trabajo es el análisis en profundidad de la primera experiencia de autogestión de vivienda protagonizada por piqueteros que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires. Además de describir el proyecto y a sus protagonistas se intentará describir los mecanismos institucionales y también políticos que hicieron posible la concreción del barrio.
Al mismo tiempo, introduciendo conceptos provenientes del campo de las Ciencias Sociales, la hipótesis que guiará la investigación será que el proyecto de construcción del barrio piquetero significa para los desocupados una experiencia de autogestión que además de implicancias económicas en el sustento de los trabajadores que participan de la cooperativa, tiene implicancias políticas, ya que significa un avance en el camino hacia una economía social entendida en los términos en los que las definió Coraggio: “Esta economía es social porque produce sociedad y no sólo utilidades económicas, porque genera valores de uso para satisfacer necesidades de los mismos productores o de sus comunidades y no está orientada por la ganancia y la acumulación de capital sin límite”.1
Para dotar de un marco teórico a la presente indagación desde el punto de vista periodístico se recurrirá a las preceptivas sobre periodismo de investigación que enunció, entre otros Daniel Santoro, y a la definición de una nueva disciplina ligada a la búsqueda de soluciones para los problemas de la sociedad: el periodismo social, que esbozó Cytrynblum.2
Al mismo tiempo, por tratarse de la descripción y el abordaje de fenómenos sociales, se considerará el concepto de autogestión que Marx y Engels definieron como el autogobierno de los trabajadores asociados, quienes controlan el excedente, un sistema de trabajo característico de las cooperativas surgidas en el período capitalista, que está llamado a sustituir al régimen de trabajo asalariado.3
En este mismo sentido no podrán dejarse de lado las teorizaciones sobre el tema que constituyen uno de los pilares del pensamiento anarquista. Quienes, desde Proudhon entienden por autogestión “la toma de posesión de la tierra y los instrumentos de trabajo por parte de la comunidad laboral y la dirección económica y administrativa de la empresa en manos de la asamblea de los trabajadores, sino también la coordinación de las empresas entre sí”.
Pero más allá de las posibles justificaciones teóricas que pueda tener este proyecto, en última instancia el objetivo central del presente trabajo será describir la matriz múltiple que tiene la construcción del emprendimiento del primer barrio piquetero en la ciudad de Buenos Aires y determinar si como define Bidaseca: “Estos proyectos productivos tienen, además de la necesidad alimentaria inmediata, un doble objetivo: la autonomía, es decir, la posibilidad de generar proyectos de economía colectiva o solidaria como sus protagonistas la definen y, por otro lado, una búsqueda hacia la recuperación de lo humano, a la sociabilidad y a reconstruir el tejido de la comunidad”.
Dicho de otro modo la hipótesis que guiará esta aproximación al fenómeno de la autogestión piquetero será que el proyecto, con sus virtudes y sus falencias, le da a la organización la posibilidad de responder a necesidades concretas de sus miembros, pero también autonomía económica, y una inserción en el tejido social que también tiene su correlato en el entramado urbano.

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